jueves, 23 de diciembre de 2010

Autoridades de Gobierno “buscan que las tierras indígenas puedan ser compradas, arrendadas o vueltas a enajenar”

El ex director de la Conadi a cargo del Programa de Derechos Indígenas de la Fundación Chile 21, Domingo Namancura, emitió una declaración pública respecto a los resultados del reciente informe realizado por Plan Araucanía, que asegura que más de 70 mil hectáreas otorgadas a los mapuche desde la Conadi se transformaron en terrenos “comercialmente improductivos”.

Según la evaluación, el 85% de las tierras que fueron otorgadas por el Estado a la comunidad mapuche no poseen siquiera agua para lograr su riego, acusando a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) de haber entregado las tierras sin las herramientas que lograran potenciar su productividad, tal como declaró Andrés Molina, intendente de la Araucanía: “Los predios se entregaron con las llaves del portón, pero sin ningún tipo de acompañamiento. De hecho, nos encontramos con que recién el año pasado se asignaron 40 programas de Desarrollo Territorial Indígena”.

Respecto a las observaciones realizadas al estudio, Domingo Namancura especificó que “la derecha, ahora en el Gobierno, busca nuevamente la oportunidad de asestar un golpe a la Ley Indígena, y se procurará desarmar el principio fundamental”. Con esto, Namuncura plantea que el oficialismo busca que la propiedad de la Tierra Indígena se incorporarse al mercado y por esa vía tales tierras puedan ser compradas, arrendadas o vueltas a enajenar, “como en los tiempos de la Colonia, con el argumento de que los indios, pobres y sin capacidad “empresarial” y sin créditos, tienen poco que hacer y no pueden aportar “comercialmente”, con tierras “abandonadas” e “inservibles”… Es la misma historia de dominación con otros ropajes”, declara el miembro de la Fundación.

Namuncura, añade a lo anterior que veladamente hay un cuestionamiento a la Ley Indígena y se propicia un plan para que las tierras “abandonadas” pudiesen entrar a convenios de arriendo u otras formas de “asociación” con agricultures.

Por su parte el senador PPD por la Araucanía, Eugenio Tuma, consideró que el Plan Araucanía busca “blanquear el no cumplimiento de la Ley y para blanquear una decisión que va a anunciar en los próximos días seguramente el Gobierno respecto de que no va a seguir comprando tierras para la restitución. Por la vía del subsidio lo van a seguir entregando pero por la vía de la restitución no lo van a querer hacer”.

EL MERCURIO INSTA A PARALIZAR RESTITUCIÓN DE TIERRAS A LOS MAPUCHE

El co director del Observatorio Ciudadano, José Aylwin, emitió un comentario respecto al artículo publicado en el periódico El Mercurio el domingo 19 de diciembre, “sobre los efectos adversos que la política desarrollada por Conadi en los últimos 15 años ha tenido en los mapuche y en el desarrollo productivo de la Araucanía”.

“Lejos de poner la atención sobre las muchas insuficiencias que esta política ha tenido para hacer restitución a los mapuche de las tierras de propiedad legal y/o ancestral de las que han sido privados sin su consentimiento por el estado y por particulares a través de la historia, a la que está obligado en virtud del Convenio N° 169 de la OIT ratificado por Chile, El Mercurio pone su acento en el abandono en que estas tierras se encuentran hoy”, se lee en su escrito.

Aylwin indica que, según este medio, se debería a la falta de apoyo por parte del estado para hacer posible su desarrollo productivo. Aunque no lo señala expresamente, deja entrever indirectamente a través de fotos y entrevistas, con un peligroso sesgo racista, que los mapuche, a diferencia de sus antiguos propietarios no indígenas, la mayoría de ellos de origen europeo, son incapaces de hacerlas producir. Replica así el discurso que sostiene que los mapuche son flojos, y que por lo mismo, las tierras están mejor en manos huincas que en sus manos. Se trata del mismo argumento utilizado a mediados del siglo XIX para justificar la ocupación militar de la Araucanía, y que hoy se usa para legitimar la consolidación de la propiedad sobre tierras en manos privadas.

“Lo que está detrás de este artículo, el verdadero objetivo del mismo, es justificar la paralización de toda política orientada a destinar recursos para la restitución de tierras a los mapuche, paralización que la actual administración ha promovido en abierta vulneración de los compromisos adquiridos por el estado con comunidades mapuche, y a la que se encuentra obligado en virtud del Convenio N° 169 de la OIT”, afirma Aylwin.

Por David Abrigo B.

El Ciudadano


Anexo:

A continuación reproducimos en texto de José Aylwin


El Mercurio insta a paralizar restitución de tierras a los mapuche

Con el evidente propósito de poner término a toda política encaminada a restituir a los mapuche sus tierras usurpadas, El Mercurio publicó el domingo 19 de este mes un artículo sobre los efectos adversos que la política desarrollada por Conadi en los últimos 15 años ha tenido en los mapuche y en el desarrollo productivo de la Araucanía.

Lejos de poner la atención sobre las muchas insuficiencias que esta política ha tenido para hacer restitución a los mapuche de las tierras de propiedad legal y/o ancestral de las que han sido privados sin su consentimiento por el estado y por particulares a través de la historia, a la que está obligado en virtud del Convenio N° 169 de la OIT ratificado por Chile, El Mercurio pone su acento en el abandono en que estas tierras se encuentran hoy.

Ello, según este medio, se debería a la falta de apoyo por parte del estado para hacer posible su desarrollo productivo. Aunque no lo señala expresamente, deja entrever indirectamente a través de fotos y entrevistas, con un peligroso sesgo racista, que los mapuche, a diferencia de sus antiguos propietarios no indígenas, la mayoría de ellos de origen europeo, son incapaces de hacerlas producir. Replica así el discurso que sostiene que los mapuche son flojos, y que por lo mismo, las tierras están mejor en manos huincas que en sus manos. Se trata del mismo argumento utilizado a mediados del siglo XIX para justificar la ocupación militar de la Araucanía, y que hoy se usa para legitimar la consolidación de la propiedad sobre tierras en manos privadas.

No se trata de debatir aquí sobre las insuficiencias de la política de tierras impulsada por el estado entre 1994 y 2010. Sobre ello existe consenso. Al respecto se debe señalar que los recursos destinados a esta política han sido absolutamente insuficientes para abordar esta problemática. Los aproximadamente US $ 19 millones anuales destinados por el estado al Fondo de Tierras de Conadi -que corresponden aproximadamente al 0,31% del presupuesto anual (2007) en contraste con el presupuesto asignado al Ministerio de Defensa ese mismo año que ascendió al 8,49% del mismo presupuesto- permitieron la adquisición de poco más de 120 mil hectáreas de tierras para los pueblos indígenas, la mayor parte de ellos en el territorio mapuche. Ello dejó a muchas comunidades cuyos reclamos de restitución de tierras basados en la propiedad legal o ancestral están demostrados, sin respuesta.

Por otro lado, el valor pagado por las tierras adquiridas por el estado a través de Conadi subió de manera sustancial en este período, estimándose que en las zonas de conflicto que involucran al pueblo mapuche dicha alza alcanzó a 826% (Libertad y Desarrollo, agosto 2010). En vez de aplicar el mecanismo de la expropiación por causa de utilidad pública o interés nacional considerado en la Constitución Política, los gobiernos de este período prefirieron pagar altos valores especulativos a los propietarios legales de tierras muchas veces usurpadas a las propias comunidades, cuestión que a El Mercurio parece no importar.

Otros problemas de la política de tierras indígenas sobre los que hay consenso han incluido la titulación individual de las tierras adquiridas por Conadi, lesionando con ello las formas de propiedad comunitaria indígena. A ello se suma el traslado de comunidades desde sus tierras de origen a otras nuevas ubicadas en lugares distantes, si bien es de carácter voluntario, produce una división de la comunidad, afectando la organización e identidad de sus integrantes.

Lo que está detrás de este artículo, el verdadero objetivo del mismo, es justificar la paralización de toda política orientada a destinar recursos para la restitución de tierras a los mapuche, paralización que la actual administración ha promovido en abierta vulneración de los compromisos adquiridos por el estado con comunidades mapuche, y a la que se encuentra obligado en virtud del Convenio N° 169 de la OIT. Así el artículo 14 de este Convenio, junto con reconocer los derechos de propiedad y posesión de las tierras que tradicionalmente ocupan, establece que los gobiernos deberán tomar medidas para determinar cuáles son dichas tierras, e instituir procedimientos adecuados para solucionar las reivindicaciones existentes sobre ellas. Al respecto cabe señalar que la OIT ha sido categórica en señalar que cuando se refiere a los derechos de propiedad de los pueblos indígenas sobre sus tierras, no solo se refiere a las de propiedad y posesión actual, sino también las de propiedad y posesión antiguas, basadas tanto en títulos legales como en la ocupación ancestral.

Demostrativo de la política del actual gobierno es el hecho que a mediados de octubre de 2010 Conadi solo había gastado alrededor de 30 mil millones de pesos de los casi 80 mil millones de su presupuesto, el 70% de los cuales corresponden al Fondo de Tierras Indígenas (El Mostrador, 18 noviembre 2010). Producto de ello, 115 comunidades mapuche que en razón de sus antecedentes habían sido priorizadas por Conadi para la adquisición de predios, en un proceso que debería haber concluido este año, han quedado hoy en la incertidumbre, y otras 308 cuya aplicabilidad debería estar resuelta a la fecha, están al borde de ser marginadas.

Finalmente, no se trata de refutar aquí el deber del estado de apoyar a los pueblos indígenas para que estos puedan lograr el desarrollo material. Lo que El Mercurio parece no entender, o más bien no quiere aceptar, es que la relación de los pueblos indígenas con sus tierras y territorios, que los derechos que tienen sobre ellas, trascienden y van más allá de lo productivo, y tiene dimensiones políticas y culturales que el estado chileno no puede sino respetar. Lo que El Mercurio desconoce además, es que los mapuche, al igual que los demás pueblos indígenas, tienen el derecho a definir sus prioridades en materia de desarrollo, y por lo mismo, tienen la libertad de optar por otras formas de desarrollo productivo diferentes del desarrollo agrícola o forestal que el estado chileno les ha impuesto, con grave perjuicio para las comunidades, que sean compatibles con sus culturas e identidades.

Por José Aylwin

Co Director, Observatorio Ciudadano

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